jueves, 16 de diciembre de 2010

LA CIUDAD Y LA LITERATURA

Es cierto que se puede decir muchas cosas sobre una ciudad. Ya vimos en el post de “la música” (2ª parte) que nos son pocos los cantantes que nos transmiten de manera especial lo que ella les transmite. Y no hacen menos los escritores, ya sea en verso o en prosa.

Propongo un juego: voy a escribir fragmentos de algunos libros que hablan sobre una ciudad, y vosotros tratareis de adivinar de qué ciudad se trata. No va a ser difícil. En aquellos trozos donde aparezca el nombre de la ciudad pondré *****.
Al final pondré las respuestas, ¡pero no vale hacer trampa!


PRIMERO
***** es una torre                                    Bajo el arco del cielo,
llena de arqueros finos.                           sobre su llano limpio,
                                                             dispara la constante
***** para herir.                                      saeta de su río.
Córdoba para morir.
                                                             ¡Córdoba para morir!
Una ciudad que acecha
largos ritmos,                                         Y loca de horizonte,
y los enrosca                                           mezcla en su vino
como laberintos.                                     lo amargo de Don Juan
Como tallos de parra                                y lo perfecto de Dioniso.
encendidos.
                                                              ***** para herir.
¡***** para herir!                                     ¡Siempre ***** para herir!


SEGUNDO
“A finales de la década de los setenta, ***** era un espejismo de avenidas y callejones donde uno podía viajar treinta o cuarenta años hacia el pasado con sólo cruzar el umbral de una portería o café. El tiempo y la memoria, historia y ficción, se fundían en aquella ciudad hechicera como acuarelas de lluvia. Fue allí, al eco de calles que ya no existen, donde catedrales y edificios fugados de fábulas tramaron el decorado de esta historia…”


TERCERO
Por la mañana estaré
en la iglesia a que acudís;
por la tarde, si salís
en la Carrera os veré;
al anochecer iré
al Prado, al coche arrimado;
luego, en la calle embozado:
ved si advierte bien mi amor
horas de calle Mayor
misa, reja, coche y Prado.


CUARTO
 
“La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las
nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más
ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. (…) *****, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura.”


QUINTO
“El Tajo baja contaminando con espumarejos de detergente; se aprieta allí con el rigor de un cincho sobre el vientre *****, le constriñe las calles y le saca todos los huesos de piedra hacia arriba; las torres, los campanarios, las agujas labradas, contra un cielo de golondrinas visigodas que vuelan encendidas de costado por el primer sol. (…) En la fiesta del Corpus Christi, el vecindario de ***** ha sido despertado con bombas reales y dianas floreadas. Antes de que el sol haya alcanzado el alero, en la plaza de Zocodover las terrazas de los bares están regadas, hay ajetreo de camareros, tintineo de cucharillas y los pájaros cantan en las acacias.”


1. Federico García Lorca a su Sevilla: Poema de la saeta: Sevilla2. Barcelona, descrita con anhelo por Carlos Ruiz Zafón, en la novela Marina.
3. Calderón de la Barca, en una de sus comedias, explicando que era “hacer la rúa” un domingo en Madrid
4. Oviedo, a la que Leopoldo Alas (Clarín) denominó Vetusta en su obra La Regenta.
5. Toledo, por Manuel Vicent en La carne es yerba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario