lunes, 10 de enero de 2011

2. DE LA ECONOMÍA Y SOSTENIBILIDAD DE LAS CIUDADES A LA EDUCACIÓN

CHICO A: “Tío, no paro de sudar. Voy a poner el aire (acondicionado)”
CHICO B: “Eso, ponlo. ¡Carguémonos el planeta!”
CHICO A: “Pero… Ok, vale, no pongamos el aire. Sigamos tus teorías. Ahorremos energía, ¿es eso, no? Apaguemos todo lo que no sea imprescindible. Pero, ¿qué es imprescindible? ¿La nevera es imprescindible? Según tú, no. Para que funcione necesitamos electricidad, y para llenarla necesitaríamos transportes. O sea, más calentamiento global, contaminación… Así que, nada, olvidémonos de vivir como hasta ahora. Imagina cómo sería ese mundo: las escuelas cerrarían, todo perdería sentido… Dejaríamos nuestros trabajos, ¿de qué nos servirían? La gente abandonaría las ciudades, ¿qué pintaríamos en ellas? Tendríamos que abandonarlo todo. Diríamos no a todo el progreso conseguido durante siglos, y volveríamos a vivir como nuestros antepasados. ¿Ese es el futuro que quieres?”
CHICO B: “Ok, vale, hagamos lo que dices. Pongamos el aire, ¿vale? Adelante con el progreso. Sigamos exprimiendo los recursos que nos quedan irresponsablemente… ¿y sabes qué pasará? ¡Que se acabarán! Y cuando esto ocurra nos preguntaremos “¿y qué vamos a hacer ahora sin energía, sin transportes, sin agua corriente… sin nada?”. Porque llegado ese día nada funcionará, y no habrá vuelta atrás. Dejaríamos nuestros empleos, ¿de qué nos servirían, no? Y dejaríamos las ciudades, ¿qué pintaríamos en ellas? Tendríamos que dejarlo todo. Decir no a todo el progreso conseguido durante siglos y volver a vivir como nuestros antepasados. ¿Ese es el futuro que quieres?”

            Este diálogo pertenece a un anuncio de sostenibilidad.com. Se trata de hacernos ver que lo correcto es el punto intermedio, puesto que los dos opuestos son malos, siguiendo la Teoría de Aristóteles. Animo a todo el mundo a que vea el anuncio.

En este apartado no nos referimos del salto de la economía y la sostenibilidad a la educación, como el salto que vimos en el apartado anterior del comercio al turismo. Aquí hablaremos de las tres cosas como algo que se da a la par, algo que va unido y ligado a la idea de desarrollo sostenible.

“Definimos desarrollo sostenible como aquel desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones. Intuitivamente una actividad sostenible es aquélla que se puede mantener.” (Markandya, 1990)

En vez de propugnar un freno al crecimiento económico, optamos por el desarrollo sostenible. De esta forma, el crecimiento debería llevarse a cabo, al menos de forma ideal, de manera que los recursos físicos se reciclen en vez de agotarse y reduciendo al mínimo los niveles de contaminación. La Comisión Brundtland, responsable del término “desarrollo sostenible”, consideraba que el desarrollo sostenible consistía en afrontar las necesidades del presente sin hipotecar la capacidad de las generaciones futuras para responder a las suyas.

¿A qué nos referimos entonces con “sostenibilidad de las ciudades”? Sostenibilidad y desarrollo sostenible son sinónimos, pero para que se puedan llevar a cabo es fundamental la educación de los ciudadanos. Y la economía funciona como directriz del desarrollo de ese equilibrio. Vamos a explicar esto de otra manera con ayuda de Albert Sireau Romain, gracias a su trabajo en Educación y desarrollo sostenible.

Albert afirma que todo proceso de producción y consumo de los bienes y servicios demandados por la sociedad (ciclo de la economía) lleva asociado la utilización de recursos naturales y la generación de residuos, de emisiones y de vertidos que tienen una clara incidencia sobre el medio ambiente.

Uno de los principales objetivos de la política de desarrollo sostenible es conseguir romper la relación entre el crecimiento de una actividad económica y los impactos negativos que genera. Para analizar esta relación se ha desarrollado el concepto de ecoeficiencia cuyo principio básico es “producir más con menos”. La ecoeficiencia es una cultura administrativa (EDUCACIÓN) que guía al empresariado a asumir responsabilidad con la sociedad, y lo motiva para que su negocio sea más competitivo, adaptando y readecuando los sistemas productivos existentes a las necesidades del mercado y del medio ambiente, y de esta forma poder alcanzar los niveles más altos de desarrollo económico, social y ambiental.

Sabemos que el desarrollo ha de ser sostenible para que el futuro sea posible, pero no siempre lo tenemos en mente a la hora de actuar. Por ello, la educación tiene gran importancia a la hora de sensibilizarnos, tal y como reflejan algunos autores:

“El medio ambiente hay que considerarlo como un “bien público” del que tiene que hacerse responsable el conjunto de la sociedad”. (Arantxa Ivars Ferrer, 2005)

"A mi juicio, lo que se llama la crisis ambiental es esencialmente elemento de una crisis de civilización”. (René Maheu)

Son muchos los organismos e instituciones que se encargan de esta tarea, como el Ministerio de Medio Ambiente, Emaús Fundación Social, Corporación Andina de Fomento (CAF), Greenpeace, WWWF/Adena… Si durante el siglo XX el concepto de “calidad” ha sido una referencia fundamental para las empresas e instituciones, la SOSTENIBILIDAD es el nuevo fundamento que transforma las políticas, estrategias y objetivos de todos aquéllas que quieren ofrecer a la sociedad una imagen diferente y unos productos y servicios donde se considera imprescindible que el desarrollo del turismo debe ser compatible con criterios sostenibles. Para ello es necesario que las instituciones, organizaciones y empresas públicas y privadas participen en lograr que los otros stakeholders (todos aquellos que sean partícipes en la economía) interioricen la importancia presente y futura de lo que denominamos Calidad Segunda Generación, es decir, sostenibilidad. (AIDETUR, 2009).

En resumen, las ciudades tienen una función imprescindible respecto a estas actividades. Como hemos dicho, las ciudades están para cubrir las necesidades humanas, y la economía, la sostenibilidad y la educación son necesidades reales de sus habitantes. Para empezar, sin ciclo económico no habría producción, ni compra-venta de bienes, ni podríamos gastar dinero en actividades de ocio, porque si no existiera una economía propiamente dicha no existiría el dinero. La ciudad nos brinda la oportunidad de desarrollar la economía en ella, es más, esa es una de sus funciones más importantes de su existencia. En segundo lugar, la sostenibilidad ha llegado a convertirse en una prioridad, pero prioridad natural (del medio ambiente), por lo que muchos de los ciudadanos creen que no es un problema que les concierne a ellos, se ven desvinculados de esa necesidad y no hacen nada por frenar el crecimiento desmesurado. Pero para eso está la educación. ¿Qué sería de nosotros sin la educación? La función de la educación también es fundamental, puesto que nadie nace aprendido, el conocimiento no se hereda genéticamente, por lo que hay que esforzarse en conocer. Hay gente que piensa que el hombre es bueno por naturaleza, por lo que resulta más fácil pensar que aunque no recibamos educación actuaremos movidos por la solidaridad, y eso hará que vivamos en un mundo perfecto. Ojalá fuese así. Otros piensan que “el hombre es un lobo para el hombre” (Rousseau), es decir, que es malo por naturaleza, por lo que se hace necesario llegar a un consenso para vivir cordialmente. Independientemente de la corriente, la educación es necesaria, porque si nadie nos enseñara a dividir en nuestra vida, seguramente llegaríamos a los 70 años sin saber dividir. Y lo mismo pasaría con el consumo, que si no nos enseñaran que debemos buscar el equilibrio y no “gastar a lo loco” posiblemente no lo sabríamos y dentro de unos años el planeta no tendría recursos suficientes.


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