lunes, 10 de enero de 2011

5. EL RESPETO A LA LEY Y A LA LIBERTAD



Fuente: imagen tomada del libro Sociología, de Guiddens
 
«Los sensores indican que el cubículo número 2 ha estado ocupado durante dieciocho minutos. ¿Necesita ayuda?» Este es el texto que aparece debajo de la foto.

Este dibujo es una representación cómica de cómo nos tienen vigilados las organizaciones en todo momento. No podemos dar un paso sin que “ellos” (organizaciones como las empresas o el Estado) se enteren. El abuso de la vigilancia supone una invasión de la intimidad y vulnera los derechos de los ciudadanos. Los límites de la vigilancia son confusos, y a veces chocan con los límites de la libertad. Con frecuencia nos dicen que no somos tan libres como creemos. La razón de esta limitación de la libertad a la hora de actuar viene dada por la sociedad, por pautas culturales que tenemos asumidas, y que inconscientemente nos están delimitando las posibilidades de elegir. Como no sé si esto está muy claro vamos a poner unos ejemplos, pero antes debemos hacer distinción de lo que considero tres tipos distintos de privación de la libertad completa.

En primer lugar, considero privación de la libertad cuando la vigilancia sobrepasa los límites, como hemos dicho, aunque dichos límites no estén fijados. En algunas ciudades hay cámaras en determinadas zonas de la calle. Que nos estén viendo en todo momento (vigilancia directa) me parece una falta de libertad. Pero hay otra forma de vigilancia más sutil, según Foucault: la recogida de información sobre los ciudadanos (archivos, registros e historiales). Ésta otra, aunque también invade nuestra intimidad, la veo menos agresiva, puesto que se trata de tener la información estructurada; y el conocimiento de esta información (aunque no toda) es necesaria para el desarrollo del Estado.

En segundo lugar, no somos completamente libres cuando elegimos o actuamos. ¿Acaso crees que vas vestido de esa forma porque te guste? ¿o que has elegido estudiar una carrera porque es lo que quieres? La respuesta, aparentemente, es sí, y nos indignamos si nos dicen lo contrario. Pero la verdad es que estamos enormemente influenciados por la sociedad, por lo que nuestras decisiones responden a pautas culturales. Entonces es ahora cuando me dices que vistes así porque quieres. En la actualidad, que “se llevan” los pantalones pitillo, ¿te pondrías unos pantalones de campana? ¿O por qué usamos tacones si sabemos que luego nos van a doler los pies? Posiblemente la respuesta sea porque “lo dicta la moda”. ¿Y quién dicta la moda?

Por último, llamamos falta de libertad cuando no podemos hacer todo lo que se nos antoja. Pero esto es algo obvio y absolutamente necesario, puesto que sin la existencia de leyes la vida humana sería imposible. “Mi libertad termina donde empieza la tuya” es una sabia frase de Santo Tomás de Aquino, tomada como principio, que quiere decir que ante todo hay que tener presente el respeto por los demás. Además, muchos filósofos consideran que para vivir en un Estado seguro hemos de renunciar a alguna de nuestras libertades (coste de oportunidad).

La palabra “ley” es definida como una norma jurídica dictada por el legislador. Es decir, un precepto establecido por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia. Su incumplimiento trae aparejada una sanción. (Enciclopedia libre)

Los Estados están formados por muchas leyes, que son la base de la convivencia, como hemos dicho. El Estado en el que vivimos es una democracia, y como tal, debe proteger las libertades de los individuos, entre otras cosas. Otro concepto interesante, mencionado en la definición de ley, es el de “justicia”, pero no vamos a adentrarnos, puesto que estaríamos dando un rodeo hasta llegar a la conclusión.

En resumen, la ciudad donde vivimos está regulada por numerosas leyes que limitan nuestra libertad. Pero a pesar de esto, no debemos de verlo como algo malo, sino como el coste que nos supone vivir en un mundo seguro.

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