lunes, 10 de enero de 2011

3. DEL TRABAJO AL OCIO

Muchos autores manifiestan que una persona es mucho más productiva, creativa y feliz si trabaja en un entorno agradable. Esto es lo que debió pensar el artista freelance Justin Kemp a la hora de diseñar su escritorio de trabajo, que construyó él mismo una especie de caja-escritorio de arena de playa para tener la placentera sensación de estar siempre de vacaciones mientras trabaja.

Según Justin, lo hizo porque esto le recuerda que su vida es como una vacación constante, pues, según dice, disfruta plenamente con su trabajo: "Yo no diferencio entre trabajo y ocio".


Fuente: thecoolruler.blogspot.com



Como tantos otros aspectos de nuestro mundo social, el trabajo y la vida económica están sufriendo enormes transformaciones. Pero además de estos aspectos laborares, también están afectando a la vida privada de los individuos.

¿Qué es el trabajo y qué funciones tiene?
Para la mayoría de las personas, el trabajo ocupa una parte de su vida mayor que cualquier otro tipo de actividad. Con frecuencia asociamos la idea de trabajo con algo que supone una pesada carga, con un conjunto de tareas que queremos reducir al mínimo y, si es posible, evitar completamente. Aparte de ser una carga, el trabajo tiene más cosas a su favor porque, si no fuera así, la gente no se encontraría tan perdida y desorientada cuando se queda en paro. ¿Cómo nos sentiríamos si pensáramos que nunca  más vamos a conseguir un empleo? En las sociedades modernas, tener un trabajo es importante para mantener la autoestima. Tener un trabajo presenta seis funciones importantes: nos aporta dinero, nivel de actividad (oportunidad de poner en práctica nuestros conocimientos y capacidades), variedad (acceso a contextos que contrastan con el entorno doméstico), estructura temporal (el día normalmente está organizado en torno al ritmo de trabajo), contactos sociales e identidad personal.

Según el sociólogo André Gorz, vamos hacia una “sociedad dual”. En un sector, la producción y la administración política se organizarán para maximizar la eficacia y, en el otro sector, habrá un ámbito en el que los individuos se ocuparán de diversos interesas no laborales que les diviertan u ofrezcan satisfacción personal. Seguramente vale la pena, como indica Gorz, no ver el desempleo de forma totalmente negativa, sino como algo que ofrece a los individuos oportunidades para seguir sus propios intereses y desarrollar sus capacidades. Sin embargo, por lo menos hasta el momento, los avances en esta dirección han sido escasos, puesto que el trabajo remunerado sigue siendo par mucha gente la forma clave de generar los recursos necesarios para llevar una vida variada.

Para este grupo de desempleados nombrados por Gorz, el ocio ocuparía el tiempo que debería ser ocupado por el tiempo de trabajo. ¿Qué separación habría, pues, entre el ocio y la vida cotidiana? Según el Diccionario de la Real Academia Española (1992), ocio es el tiempo libre, fuera de las obligaciones y ocupaciones habituales. Pero para llegar a una adecuada comprensión del concepto de ocio, es imprescindible diferenciarlo tanto del tiempo libre, como del tiempo liberado (Cuenca 2000).

            El tiempo libre se considera y contempla como el periodo de tiempo no sujeto a obligaciones. El hombre de hoy posee más horas libres de las que es consciente. Aproximadamente, las personas que realizan un trabajo de cuarenta horas semanales y con treinta días de vacaciones al año, pueden disfrutar del 29,5% de tiempo libre, en función del número total de horas que tiene el año. (Amercan Associaton On Mental Retardation).

            Sin embargo, en el tiempo libre se realizan una serie de actividades, que aunque no son propiamente laborales pueden llegar a ser obligatorias, tales como las tareas domésticas cotidianas, los desplazamientos sobre todo en las grandes ciudades, las compras de primera necesidad, etc. Entonces la cosa que de la siguiente manera:
-          trabajo
-          tiempo libre:     ͦ  necesidades         
      ͦ  obligaciones
      ͦ  desplazamientos
      ͦ  tiempo de ocio

Ahora bien, el ocio, como tiempo libre que es, puede ser empleado de innumerables maneras.

Vamos a poner algunos ejemplos de trabajo y ocio que se pueden dar en las ciudades:
Trabajo: dependiente, banquero, farmacéutico, camarero, abogado, médico, barrendero, jardinero, zapatero, funcionario, profesor, mecánico, bibliotecario…
Ocio: cine, teatro, exposiciones, zonas verdes, bibliotecas, tiendas, zonas deportivas, bar y discotecas…

            Si prestamos atención a estas enumeraciones hay algo curioso: camarero-ir a tomar algo, dependiente-ir de compras, biblioteca-bibliotecario, y así podríamos citar cientos, aunque no los haya escrito. Con esto quiero decir que para lo que uno supone su trabajo, para otro puede ser una actividad de ocio. Por lo tanto, para que se lleven a cabo muchas de las situaciones anteriormente mencionadas son necesarias ambas partes. ¿Qué sería de un bar sin clientela? ¿o de una tienda sin compradores? Para vivir en  una sociedad equilibrada, se requieren ambas partes. El ocio y el trabajo están unidos por un lazo invisible, pero muy estrecho.

            En resumen, ¿Cumple alguna función la ciudad en el trabajo y el ocio? La respuesta es clara: sí. Sobretodo en lo referente al trabajo, puesto que la ciudad atrae gran cantidad de masas en busca de trabajo. Hablamos tanto de emigración como inmigración. En cuanto al ocio la cosa es más dudosa. Por un lado, si nos referimos al ocio dedicado a la cultura, como pueden ser museos, cine, teatros… la mejor opción será la cuidad. Pero también es cierto que en el mundo actual la gente busca “un hueco” para escapar a espacios naturales, ya sea para practicar deportes de montaña, ir a la playa o ir al pueblo.

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