lunes, 10 de enero de 2011

7. DE LA POLÍTICA A LA GESTIÓN

Imaginemos que se ha fundido la bombilla de la cocina. ¿Qué opciones tenemos?
a)     Ir a comprar otra y cambiarla.
b)     Usar velas u otro objeto luminoso como sustituto de la bombilla.
c)      Estar en la cocina sólo mientras haya luz solar.
Una vez que hayamos dado con las posibles soluciones debemos elegir una, la que nos parezca más correcta o la que más se ajuste a nuestras necesidades. Independientemente de la opción que escojamos, deberemos llevarla a cabo, como es lógico.

Lo mismo ocurre con la política. La política trata de ofrecernos un nivel de vida a los ciudadanos. Los gobernantes deben preocuparse por las necesidades de las personas y satisfacerlas, como es lógico. Para eso están, ¿no? Pues parece que la lógica no siempre gana la partida a la realidad. En la actualidad vemos gobiernos mal gestionados, que no responden a intereses públicos, sino a los intereses propios. O en ocasiones, se aprueban leyes que no se llevan a cabo… Pero esto no es lo lógico, así que hablemos de lo que sería normal, y que desde el punto de vista optimista creemos como realidad.

La política es la actividad humana concerniente a la toma de decisiones que conduce el accionar de la sociedad. Así pues cuando surge un problema hay que gestionarlo de manera solvente, y para que esto suceda antes deben darse una serie de pasos, como vimos en el ejemplo de manera muy simplificada. El capítulo quinto de la Constitución Nacional de la formación y sanción de leyes explica de manera explícita cómo se aprueba una ley, pasando de una Cámara a otra hasta que llega al poder ejecutivo. Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos.

En una ciudad surgen múltiples quejas de los ciudadanos, ya sean por motivos laborales, sanitarios, estéticos o simplemente porque la calle esté mal asfaltada. En estos casos (en la mayoría de ellos) no hace falta aprobar ninguna ley, ni que la propuesta pase de Cámara en Cámara. En estos casos los que tienen que actuar son el alcalde, los ministros relacionados y el organismo provincial, o alguno de ellos (no todos). Primero plantearán cuáles pueden ser las soluciones. Y luego, tras una larga evaluación se llegará a un consenso, a partir del cual se actuará. A esto es a lo que llamamos gestión política: hacer las acciones o los trámites necesarios para conseguir o resolver una cosa. (Larousse, 2007)

Resumiendo, no tenemos que olvidar que el objetivo último tanto de las ciudades como de la política es el bienestar de los ciudadanos, por lo que de la política a la gestión sólo debe haber un paso muy pequeño.

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